Cuando escasea el combustible la posibilidad de un ajuste en el precio a los consumidores siempre se vuelve una opción. Sin embargo, en este momento el financiamiento a la industria no es el móvil de la decisión
Los problemas con el abastecimiento de gasolina, que cada día imponen más tiempo de espera para llenar el tanque ponen sobre el tapete la posibilidad de que se autorice un nuevo aumento del precio del combustible para los vehículos automotores.
Los altos precios que se pagan en el mercado negro del combustible son cada día más altos. En apenas dos semanas, en poblaciones del estado Lara pasaron de 2,5 dólares el litro a 4 y 5 dólares.
Estos precios ya se han registrado en Maracaibo con anterioridad y en Caracas los precios oscilan entre uno y 2,5 dólares el litro.
Este escenario nos lleva al escenario previo a la llegada de los cinco buques iraníes, que en un momento «resolvieron» el problema de abastecimiento justo cuando desde Miraflores se anunció el aumento del precio del combustible.
A partir del 1 de junio pasado, los precios de la gasolina oficialmente se ubicaron en 0,002 dólares la regulada y medio dólar la denominada de precio internacional, conocida en la calle como «la cara».
Ante precios que llegan hasta los cuatro y cinco dólares, que colocan el combustible por encima de lo que cuesta la gasolina más cara del mundo que se paga en Hong Kong en 2,24 dólares, según las cifras de GlobalPetrolPrices.com, los ajustes al precio que tiene el mercado interno suenan «potables».
Un aumento del precio de la gasolina en Venezuela no resuelve el problema de la producción de combustible, porque el parque refinador requiere de inversiones que no pueden depender en este momento del precio de venta al público.
Hoy, pensar en un aumento del precio de la gasolina apunta a hacer rentable el negocio para el sector privado y así pueda abrirse la posibilidad de que vía la importación de combustible por empresas privadas, saltarse las limitaciones impuestas por las sanciones que afectan a Pdvsa.
La Constitución reserva al Estado las actividades extractivas y la explotación de los recursos del subsuelo, pero no limita que las actividades aguas abajo puedan ser desarrolladas por el sector privado, incluyendo esto la venta de gasolina al consumidor.
En Maracaibo salió la primera propuesta y se oyó de boca del Gobernador del Zulia la posibilidad de vender gasolina por encima del medio dólar, autorizado por Nicolás Maduro.
«Cada dueño de estación de servicio a precio internacional que tenga manera de importar combustible, lo puede hacer”, así lo planteó el gobernador Omar Prieto en una rueda de prensa, desde la sede de la Zodi-Zulia, este lunes 14 de septiembre, según lo registró el diario Panorama.
Según Prieto, el precio establecido podría subir hasta 0,75 dólares. «Siempre el precio debe estar por debajo de un dólar».
Se comienza a abrir públicamente la posibilidad de avanzar hacia un proceso de privatización de la distribución de la gasolina, en función de solventar la escasez de combustible.
Es posible que en medio de la pandemia y las restricciones de movilización, apalancados en el argumento del enemigo externo y las sanciones, se esté cocinando un eventual aumento del precio de la gasolina.
¿Cuál sería su impacto? Todavía falta esperar si la decisión se concreta y en qué condiciones.
No tenemos bolas de cristal para ver el futuro. Solo tenemos los pies planos para pisar tierra y evaluar las condiciones económicas, políticas y sociales de la coyuntura.
El juego sigue.