Un punto relativamente positivo es que la tasa de mortalidad basada en los casos confirmados, se ha mantenido baja al compararse con las tasas de los países más afectados en Europa. Hasta el momento es de 1,5%, en comparación con 7,7% en España y 10% en Italia
Desde que se conoció el primer caso de una persona contaminada por el nuevo coronavirus a fines de enero, hasta ahora, en que el total ha llegado a los 100.000, Estados Unidos se convirtió en el país con mayor número de enfermos
Unas 1.500 personas han fallecido hasta ahora en Estados Unidos por COVID-19, aunque por el momento la tasa de mortalidad sigue siendo muy inferior a la de Italia y la de varios países europeos.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? ¿Y qué pasará después?
-Pruebas, pruebas, pruebas – Los expertos en salud pública dicen que si bien aún no se ha alcanzado el pico de la epidemia, hay varias razones por las cuales el COVID-19 se ha extendido tanto en Estados Unidos.
Al principio del brote, el presidente Donald Trump, fue acusado de minimizar su gravedad, al afirmar que la propagación sostenida en la comunidad no era «inevitable», incluso después de que un alto funcionario de salud sostuviera lo contrario.
A medida que la pandemia se arraigó, primero en los estados de la costa oeste de Washington y California, el país no estuvo en condiciones de realizar un rastreo significativo de casos porque las pruebas eran muy lentas.
Inicialmente, el gobierno se negó a relajar los obstáculos regulatorios que habrían permitido a los departamentos de salud estatales y locales desarrollar sus propios kits de prueba, basados en las pautas proporcionadas por la Organización Mundial de la Salud, y las primeras muestras se enviaron a la sede de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta.
Luego, el CDC remitió kits de prueba defectuosos a los estados, lo que profundizó el retraso.
El 29 de febrero, fecha de la primera muerte por el nuevo coronavirus en Estados Unidos y más de un mes después del primer caso confirmado, el gobierno levantó esa prohibición.
El sector privado se sumó más tarde.
«Si hubiéramos podido hacer un seguimiento de los contactos de los contaminados, podríamos haber encontrado muchos más casos rápidamente y cerrar los puntos críticos», dijo a la AFP Gabor Kelen, director de medicina de emergencia de la Universidad Johns Hopkins.
Los funcionarios estadounidenses han defendido su respuesta, afirmando repetidamente que las pruebas desarrolladas por Corea del Sur, que se considera un ejemplo de las mejores prácticas por su reacción inmediata y enérgica, a veces producen falsos positivos.
Kelen, discrepa con ese razonamiento. «Una cosa que les enseño a mis residentes es que algo es mejor que nada, que más pronto es mejor que más tarde, y que si una prueba es buena, dos son mejores. Lo perfecto es enemigo de lo bueno», dijo.
-La ausencia de una respuesta nacional – El densamente poblado estado de Nueva York se ha convertido en el epicentro del brote en Estados Unidos con casi 45.000 casos hasta el viernes, aproximadamente la mitad del total nacional, y más de 500 muertes.
Su gobernador, Andrew Cuomo, predice un pico de infectados en aproximadamente 21 días, alrededor del 17 de abril.
Siguen a Nueva York, el vecino Nueva Jersey, luego los estados de la costa oeste California y Washington, y después los de Michigan e Illinois en el Medio Oeste, con grupos concentrados en las principales ciudades.
Los estados o áreas que aún no han experimentado aumentos repentinos no deberían ser complacientes, alertó Thomas Tsai, cirujano general y profesor de política de salud en Harvard.
«Estados Unidos no es un monolito, hay 50 estados diferentes con diferentes respuestas gubernamentales de los gobernadores y los departamentos estatales de salud pública», dijo a la AFP.
«Creo que lo que se necesita es un esfuerzo verdaderamente coordinado a nivel nacional», señaló, advirtiendo que continuar con una «respuesta irregular» en los movimientos de las personas llevaría a otros estados a conocer un espiral ascendente de casos similar al de Nueva York.
Hasta el viernes por la tarde, el 61% de la población estadounidense, de 330 millones de habitantes, fue llamada a un confinamiento, lo que significa que el 39% restante no lo ha sido.
¿Ahora qué?
Un punto relativamente positivo es que la tasa de mortalidad basada en los casos confirmados se ha mantenido baja hasta el momento: 1,5%, en comparación con 7,7% en España y 10% en Italia.
Sobre si continuará esa tasa, los expertos están divididos.
«La baja CFR (tasa de letalidad) no es tranquilizadora», dijo a la AFP David Fisman, epidemiólogo de la Universidad de Toronto.
«Se elevará porque le toma tiempo a la gente morir. Mi mejor conjetura es que Estados Unidos está en la cúspide de un brote absolutamente desastroso».
Los expertos coinciden en que se requiere con urgencia medidas de distanciamiento social en todo el país para tratar de «aplanar la curva», disminuyendo la tasa de infección para que los hospitales no se desborden, como es el caso de Nueva York.
Pero desde un punto de vista científico, el patógeno podría «mutar hacia abajo» y volverse menos virulento a medida que pasa el tiempo, dijo Kelen, como suelen hacer virus similares.
Expertos sostienen que el calor y la humedad del verano también podrían retrasar su propagación.
Desde la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington se cree que el pico del brote puede llegar a mediados de abril.
El número de muertes seguiría aumentando, pero luego se estabilizaría en unos 80.000 en julio, estiman.
Su modelo sugiere un total de 38.000 muertes en el extremo inferior y 162.000 en el extremo superior.
A modo de comparación, la gripe mató en Estados Unidos a 34.000 personas entre octubre de 2018 y marzo de 2019.