Linda Loaiza López: El Ministerio Público sigue sordo y mudo ante las nuevas denuncias contra mi torturador, Luis Carrera Almoina

Texto: Vanessa Davies

El Estado venezolano sigue en deuda con la joven merideña que estudió derecho para asumir su propia defensa: Todavía no cumple la sentencia de Sistema Interamericano. La doctora López convirtió su calvario en un libro, «Doble crimen. Tortura, esclavitud sexual e impunidad en la historia de Linda Loaiza», de Editorial Dahbar

La gente que sabe quién es Linda Loaiza seguramente desconoce que Loaiza es su segundo nombre, y que su apellido real es López. La doctora López, de haber podido seguir su verdadera vocación y estudiar veterinaria, también escucharía que la llaman «doctora López» igual que lo hacen ahora, abogada que decidió serlo para defenderse nacional e internacionalmente de su torturador, del sujeto que se cruzó en su camino a partir de 2001. Han pasado 20 años y las heridas de la impunidad siguen abiertas.

«El caso Linda Loaiza» es un clásico de la injusticia venezolana, de esos que deberían estudiarse en las escuelas de Derecho, como ejemplo de lo que no debe ocurrir: una mujer secuestrada, violada y torturada reiteradamente por un hombre, Luis Carrera Almoina, que la trató peor que a un objeto. De ella se dijo de todo en su momento, rumores que no pasaron de serlo: que esta joven merideña era novia de Carrera Almoina; que era trabajadora sexual. Como si ser novia o amante de alguien, o ser una mujer que ejerce el trabajo sexual -de haber sido el caso, cosa que López siempre ha negado- le diera a un hombre la patente de corso para amarrarla, violarla, torturarla, golpearla, patearla.

La doctora López decidió convertir su calvario en un libro, «Doble crimen: Tortura, esclavitud sexual e impunidad en la historia de Linda Loaiza», escrito en conjunto con la investigadora y activista Luisa Kislinger y editado por Editorial Dahbar (del periodista y editor Sergio Dahbar). Los detalles escabrosos no están en su relato, y realmente son innecesarios porque la sola narración de lo sucedido es espeluznante. Tampoco los hay en esta entrevista con contrapunto.com. «Loaiza es mi segundo nombre. La prensa lo tomó como mi apellido y no tuve la oportunidad de aclararlo. Se quedó en el tiempo como mi apellido. No tengo problema por eso».

Escribió este libro, explica, «porque necesitaba que mi historia quedara como memoria histórica, para que se viera cómo ha sido el trato, durante estos 20 años, a los derechos de la mujer». El caso «ha estado en los medios de comunicación», con las versiones también del agresor y de su padre, Gustavo Luis Carrera. Pero «siempre tuve presente que escribiría un libro, que saliera mi perspectiva, mi historia desde lo que viví; que mi palabra fuera escuchada».

Un día, refiere, «sin yo buscarlo, sin Luisa buscarme a mí, ella me presentó el proyecto de escribir el libro; eso fue hace unos cinco o seis años ya» y «decidí hacerlo». Para ambas fue muy duro, reconoce: «Yo, relatar; ella, recibir la información. Tuve momentos de depresión, tuve grandes dificultades durante este proceso, pero estuve dispuesta a hacerlo porque consideré que es necesario». Siente que se vio en la obligación de desnudar «este sistema de justicia corrupto, poco capaz de brindarle apoyo y respeto por la garantía de los derechos de la mujer».

Le agradece a Luisa Kislinger el haber escuchado su testimonio «de una manera digna» y haber conseguido que no hubiese amarillismo ni morbo. «Hay una historia de interés, la realidad de lo que ocurre en este país con las mujeres que acuden al sistema de justicia víctimas de cualquier tipo de violencia; y si es violencia de tipo sexual, aún más». El libro busca también que las mujeres denuncien, que no tengan miedo de ser sancionadas por la sociedad. Quiere abrirles los ojos a las mujeres, a las niñas. Pide educación con equidad, con igualdad de género.

Luis Carrera Almoina es hijo de un intelectual vinculado con la izquierda venezolana y de una profesora e investigadora universitaria ya fallecida. Al preguntarle si hubo algún favoritismo del gobierno con su torturador, López responde: «La historia indica que los sistemas judiciales son patriarcales; eso afecta, indiscutiblemente, la garantía de los derechos humanos. Pero en este caso específico, por las artimañas y conexiones, este proceso estuvo viciado desde el principio, y lo puedes ver: El señor ya había cometido ese tipo de delitos anteriormente y no había sido sancionado. Ni la policía ni nadie lo iba a poder sancionar, porque él estaba bien conectado; que era hijo de un rector, que podía seguir haciendo daño, que nadie lo sancionaba. El problema es que el Estado y sus instituciones se lo han permitido, porque hasta la fecha el mismo Estado no ha cumplido con la sentencia condenatoria que dio el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Esa es la realidad».

-Otras víctimas se atrevieron a denunciar. ¿Qué debería suceder con el señor Carrera Almoina?

-El problema es que hay un sistema cómplice, porque durante todo el proceso de investigación desde el año 2001 hay otras víctimas que han declarado en contra de este señor, y el sistema de impunidad, corrupto, la sociedad de cómplices que tenemos no permitieron investigar esto. ¿Qué hicieron? Taparlo con la tierrita, meterlo debajo de la alfombra y querer atacarme a mí: mi dignidad como mujer, mi dignidad como persona. Ciertamente desde el principio sabe el sistema que hay otras víctimas y no han querido investigar. Recientemente tenemos la declaración de la señora Yamilet Arráiz, una víctima que además señala que hay otras víctimas que ya están identificadas. Considero que ante este testimonio de la señora Yamilet el Ministerio Público debería actuar de oficio y tomar el testimonio de esta señora como una denuncia, actuar con la debida diligencia. El Ministerio Público realizó, en 2016, un recurso de revisión ante la Sala Constitucional del TSJ, la cual no le ha dado cumplimiento. En ese momento, ese Ministerio Público, esa institución que dice hoy respaldar a las mujeres, ¿qué hizo? Interpuso ese recurso de revisión única y exclusivamente para evitar la condena del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Sin embargo, el Sistema igual lo condenó por haber permitido y facilitado los delitos de tortura y esclavitud sexual cometidos en mi contra por un particular. Aun cuando la sentencia fue emitida en 2018 este sistema de justicia, este Estado no ha respondido, ha hecho caso omiso a estas decisiones, permitiendo así la impunidad. Esta sentencia no solo beneficia a Linda Loiaza, sino beneficia a las mujeres en Venezuela, América Latina y el mundo, y en otras regiones está siendo utilizada como una referencia en favor de las mujeres.

-¿Todavía, año 2021, hay complicidad del sistema de justicia con el señor Luis Carrera Almoina?

-Sí. Las evidencias lo dicen. Las pruebas están allí. El Ministerio Público no actúa, ni aun cuando hay una declaración de una señora denunciando. Además, nombra a otras víctimas; a él lo señala con nombre y apellido y el Ministerio Público no actúa. Parece como que sigue haciéndose el sordo y el mudo. Queda mucho que pensar de este sistema que lo sigue protegiendo. El brazo largo de la impunidad lo sigue abrazando, y eso indica que el Estado sigue permitiendo que estos delitos se cometan en contra de las mujeres.

Las complicidades a favor de Carrera Almoina llegan, incluso, a un pueblo del oriente de Venezuela, Petare, donde él la mantuvo secuestrada. López explica en el libro que uno de los testigos dice, incluso, ante el tribunal, que no declararían en contra de la familia Carrera. «Ahí está la parte de complicidad, la falta de humanismo, la falta de empatía con el otro que necesita apoyo y ayuda, que necesita que alguien le auxilie. El sistema es cómplice y luchas veces la sociedad también se vuelve cómplice al no denunciar, al dejarse llevar por estas amenazas».

-Usted quería estudiar veterinaria pero terminó estudiando derecho. ¿Estudió derecho para poder defenderse?

-Estudiar veterinaria fue una ilusión para mí desde muy niña. Estos proyectos cambiaron desde que ocurrieron estos eventos. Después de un recorrido de seis años ante el sistema de justicia, viendo rodar en los pasillos la impunidad, los diferentes testimonios, personas que se acercaban a relatar sus experiencias, consideré que el derecho podía ser una herramienta que me serviría para apoyarme. Muchas veces la he utilizado en defensa propia, como herramienta para defensa propia. También decidí que era un importante paso para avanzar. Además, tenía que esperar el resultado del recurso internacional, que por lo que había leído e investigado era un proceso largo. Ante la espera de eso decidí estudiar derecho viendo esa necesidad de justicia. Estudié derecho, dije «estudiaré un semestre sí y otro no», pero bueno, una vez sentada en el pupitre el primer semestre no me detuve hasta que me gradué. Posteriormente hice una especialización en derecho internacional de los derechos humanos. Actualmente a eso me dedico.

-¿Va a estudiar veterinaria, quiere retomar esa idea en algún momento?

-No la retomaría porque tengo condiciones médicas muy desfavorables que no me permitirían desarrollar esa carrera en este momento. Pero la verdad si volviera a nacer me resultaría difícil decidir entre el derecho y la veterinaria.

-El derecho la enamoró, después de todo.

-Pero los animales también.

Realmente, le gustan los animales. «Tengo un gato que se llama Garfield». No descarta construir una pareja, aunque tener hijos es una posibilidad cercenada por la violencia de Luis Carrera Almoina contra ella.