Las hijas de Miguel Rodríguez Torres hablan del encarcelamiento de su padre

Jose Gregorio Yépez / Video: Miguel "Cuchicuchi" Romero

Comentan con un dejo de dolor en sus voces que “quienes decían ser sus amigos nos dieron la espalda. Nunca nos recibieron”. Desde hace dos semanas han logrado verlo nuevamente los fines de semana. Es una visita que les avisan la noche anterior

Stefany y Daniela Rodríguez son dos jóvenes que al caminar se les nota la camaradería de quienes se conocen muy bien, de adentro. De compartir alegrías y dolores que le tocan la sangre que llevan.

Llegan de la mano de su tía que ha llevado sobre sus hombros la carga de lidiar con el delicado caso de su hermano preso político: Miguel Rodríguez Torres.

Pisan la redacción de Contrapunto.com con la idea de buscar una tribuna desde donde decir que exigen la liberación de su padre «que necesita atención médica”.

Dicen que han encontrado a su papá bien anímicamente, pero acota Stefany que «él nunca no dirá que está mal. Podrá sentirse horrible pero nunca nos lo hará notar”.

Agrega que el mayor general está sufriendo de la columna, coxis y problemas cardíacos.

-¿Cómo fue el día en que su padre fue detenido? ¿Cómo se enteraron?

-Stefany: Estaba llegando a la casa del trabajo y al enterarme tomé mis cosas y me vine a Caracas porque vivo en Maracay.

-Daniela: Estaba en universidad y un compañero me llamo y me preguntó si estaba bien. Después llaman a mi mamá y nos dicen que mi papá está detenido y me dijo. Agarramos ropa de mi papá y nos fuimos a Boleita, a la sede de la Dgcim.

Al preguntarles cómo fueron los días después de la detención las jóvenes conversan complementando los detalles a dúo.

Cuentan que desde el primer día de la detención hicieron guardia en la Dgcim para solicitar información sobre el estado de Rodríguez Torres y llevar agua y comida.

La espera para verle por primera vez duró aproximadamente 45 días y comenzaron las visitas los días sábados, tres horas, en grupos de dos personas familiares directos.

Comentan que las visitas fueron regulares hasta unos días antes de que Miguel Rodríguez Torres fuera trasladado antes a Fuerte Tiuna. Luego pasaron 80 días “sin saber nada de él. Sin visitas ni llamadas ni ninguna comunicación. No sabíamos ni siquiera si estaba allí”, dice Daniela desde sus 19 años de vida.

“Después eso la visita fue en una sala a través de un vidrio. No podíamos ni siquiera tener contacto con el. Lo veíamos a través de un vidrio y eso fue muy fuerte. Fue muy doloroso. Sobre todo para mi abuela que no podía abrazar a su hijo”, comentó Stefany.

Señalan que ahora las visitas ya no son a través de un vidrio y pueden tocar al mayor general e interactuar bajo la mirada de los funcionarios. “somos grabadas desde que entramos hasta que salimos”.

-¿Cómo es el trato?

-Respetuoso, mejor que en la Dgcim.

-¿Les maltrataron?

-No nos maltrataban, pero te revisaban mucho. Te desnudaban, y eso muy difícil.

-Se han reunido con algún alto funcionario

Stefany: No nos han convocado. Los que decían ser sus amigos, nos dieron la espalda. Nunca nos recibieron.

-Daniela: Lo que pedimos es la liberación de mi papá para que se pueda atender la salud.

Así terminó la conversación con con las dos hijas de Miguel Rodríguez Torres.

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