Todas las camas de cuidados intensivos de Caracas “con equipo humano y materiales están llenas”, enfatiza el director de Médicos Unidos de Venezuela. Para aumentar la capacidad de terapia intensiva se necesita más personal y más insumos, que no están disponibles, subraya. “Cualquiera de nosotros a su alrededor conoce a cualquier cantidad de personas con síntomas COVID, e incluso fallecidos que no aparecen en los reportes”. Hasta este martes 6 de abril habían fallecido 442 trabajadores del sector salud debido a COVID-19. El personal de salud debió ser inmunizado contra la COVID-19 en el primer mes en que llegó la vacuna, afirma
Jaime Lorenzo es médico de hospital. Y como médico de hospital venezolano advierte que no hay personal ni insumos para ampliar la capacidad de los centros asistenciales a fin de atender a más pacientes con COVID-19.
Más pruebas PCR, garantizar oxígeno en los hospitales y hacer que se cumpla la cuarentena son acciones clave que enumera. Al comienzo de la entrevista con contrapunto.com el doctor Lorenzo, director de Médicos Unidos de Venezuela, dice que espera no ser tan negativo. Mas la realidad se impone. “Nuestros hospitales tienen una capacidad de camas, y esa capacidad se puede aumentar siempre y cuando tengas materiales y medicamentos, y recursos humanos”, apunta. Las camas de otras áreas pueden destinarse a personas complicadas debido al coronavirus, y también se pueden ampliar los cupos pero “deben tener conexión de oxígeno y conexión de aspiración. Nuestros hospitales tienen esa capacidad arquitectónica”.
“Nuestra capacidad puede aumentar, pero para aumentar usted tuvo que prepararse primero, tener un plan” en función de varios escenarios. “Nuestra capacidad puede crecer, pero eso va a depender primordialmente de recursos humanos y de que existan los materiales y medicamentos”.
Pero “para nadie es un secreto que el recurso humano, antes de la epidemia, ha bajado bastante por la migración forzada a otros países de todo el personal sanitario; no es solamente un problema de médicos o enfermeras, sino nuestros obreros, bioanalistas, técnicos radiólogos”. Además, “de noviembre a esta fecha hemos observado una migración interna: no se van del país, pero están buscando otros medios de subsistencia, ya sea en el sector sanitario trabajando en clínicas, o haciendo guardias o cuidando a pacientes en las casas”.
Una enfermera gana de 4 a 8 dólares al mes en el sector público, aunque si atiende a pacientes particulares en sus hogares puede recibir entre 15 y 20 dólares al día, contrasta.
“Otro grupo está migrando a ver tortas, comidas, a hacer lo que sea para tratar de redondearse un sueldo. Haciendo eso ganan mucho más que yendo al hospital en el horario que les corresponde, y a sufrir, porque no tienen el material de protección, no te han hablado claro de cuándo te van a colocar la vacuna o tienen dificultades para montarse en el transporte público y pagar. Hay tantas cosas en negativo que por eso nuestra capacidad está mermada”, asevera.
No es fácil resolver ambos factores, admite: “Tienes que convencer al personal para que regrese y tienes que comprar el material”. Todo se complica, aparte, por la falta de oxígeno. Son empresas las que producen el oxígeno medicinal. “En el último mes la demanda se ha quintuplicado en todo el sistema público y en el sistema privado. Un tanque de oxígeno te servía para aguantar un mes, y ahora ese tanque se gasta en cuatro o cinco días. Lo que demandas ha aumentado ostensiblemente” por las complicaciones respiratorias. “Si no tienes las capacidades para producir y distribuir el oxígeno tienes este problema que estamos viviendo, que es un problema que debe solucionarse con mucha urgencia mientras estemos en esta ola”.
-¿Nos quedamos sin oxígeno?
-Una cosa es que haya disminuido por la alta demanda, pero las empresas que producen el oxígeno lo están haciendo. Incluso, vi un tuit de la Sundde en el que dijo que iba a hacer seguimiento a los mecanismos de distribución. Espero y aspiro a que esa decisión de acompañamiento sea acompañar y no cometer el error de ponerse a inventar y decidir que van a manejarlo sin tener idea de lo que significa manejar la producción y la distribución nacional del oxígeno.
Jaime Lorenzo reitera que las autoridades deben tener la hidalguía de aceptar que necesitan ayuda, y “aquí hay cualquier cantidad de especialistas dispuestos a apoyar ante un llamado que haga el Estado. Pero lamentablemente nosotros tenemos los oídos abiertos y pareciera que la boca que solicite la ayuda no existe, o no quiere. Vemos diferentes propuestas para tratar de salir del problema pero no las escuchan”. No se debe ver esta situación “como un problema político-ideológico; debemos verlo como un problema político de salud pública, en el que quien está siendo afectado es el ciudadano de cualquier color, de cualquier visión ideológica, de cualquier nivel económico porque la enfermedad está arrasando y golpeando a todos los hogares venezolanos”.
En este momento, tal como lo relata, el personal que está en la entrada de las emergencias de los hospitales es quien les dice a los familiares –porque los pacientes no pueden ni hablar- que no hay capacidad para atender a los enfermos. “La respuesta es igual en todos los centros”, enfatiza. El Poliedro, aunque no les gustaba como opción, era un desahogo para la demanda, pero –tal como lo refiere- ya no tiene capacidad para hacer las pruebas de descarte. Lorenzo expone que el sistema público en Caracas, Aragua, Anzoátegui, Bolívar, Lara está colapsado, y apunta que los pacientes han optado por quedarse en sus casas.
“El manejo domiciliario es para los casos leves, pacientes que no tengan compromiso, y debe ser manejado por personal debidamente certificado como médico” que decidirá cuándo hay que buscar apoyo, aclara Lorenzo. Las clínicas y hospitales deberían ser para los pacientes complicados. Vuelve a criticar el esquema de los hospitales centinela y a plantear que debió hacerse de otra manera, con el control de pacientes en su casa y una pauta clara de cuándo llevarlos a los centros asistenciales. Aquí “colapsaste el sistema de los grandes hospitales, creaste problema a muchos CDI manejando pacientes muy complicados”, cuestiona.
Hoy, el director de MUV propone algunas acciones, que comienzan por el compromiso de trabajar unidos por la salud de la gente. El segundo paso debe ser hablar con la verdad. “Cuando ves que los números que te dicen los voceros… Cualquiera de nosotros a su alrededor conoce a cualquier cantidad de personas con síntomas COVID, e incluso fallecidos que no aparecen en los reportes”. También es perentorio “diagnosticar a todo paciente para tener una idea y poder tomar decisiones”.
Reprocha que se hable de cuarentena radical y que haya tanta gente en la calle. “Si tienes números muy altos en Caracas y hablas de cuarentena radical… Cuarentena radical significa que los servicios disminuyen, la movilidad tienes que controlarla” pero hoy “puedo deambular por toda Caracas”.
Los voceros deben informar el número real de nuevos contagios, “hacer mayor cantidad de pruebas para decirle a la ciudadanía ‘no salgas, porque en tu zona hay equis cantidad de personas enfermas y en los hospitales la capacidad de las camas de terapia se colapsó’”.
-¿No hay terapia intensiva disponible?
-Por la información que recibimos de Caracas todas las camas a disponibilidad con equipo humano y materiales están llenas. Informaron que habían inaugurado unas camas para terapia intensiva en el Hospital Universitario, pero no están abiertas a 100%, porque solamente pueden abrir las que pueden cubrir con el personal humano que tienen. No se puede caer en esa oferta engañosa. Imagino que el director del Hospital Universitario de Caracas debe estar súper preocupado, porque faltan recursos humanos o falta material y medicamentos.
Lorenzo precisa que la apertura de hospitales de campaña depende de Sanidad Militar: “Su capacidad la saben ellos”.
Hasta este martes 6 de abril habían fallecido 442 trabajadores del sector salud debido a COVID-19. Es “un reporte que cada día duele más, duele más porque estamos observando más nombres de amigos, compañeros de estudio, compañeros de trabajo”. Los números “son duros para nosotros, porque es hablar sobre ese amigo que seguramente iba a morir, pero lo que molesta y llena de rabia es que, si se hubiesen cumplido los protocolos, se hubiese dotado de material, por lo menos tendríamos la tranquilidad de decir ‘intentamos evitar la muerte’. Es fuerte”.
Lorenzo enumera algunos factores que inciden en la mortalidad del personal de salud: “La dotación de materiales de bioprotección y bioseguridad es muy irregular, no es suficiente; estás empezando a tener contagios por la nueva variante y no tienes el material de protección, no tienes el apoyo por parte de la institucionalidad”. En un establecimiento sanitario los pacientes con COVID-19 exhalan el virus en su respiración, estornudos o tos, “y esa inmensa concentración de virus está en nuestros sitios de trabajo”. Por eso el personal sanitario es prioritario para la vacunación “no importando el establecimiento donde esté, porque va a adquirir la enfermedad por el número tan alto de virus circulante”, seguido por personas con condiciones crónicas como diabetes o hipertensión que “si adquieren la enfermedad van a tener las fases graves y pueden fallecer”. El otro grupo son los adultos mayores.
Como director de Médicos Unidos, asevera que para un plan de vacunación se debe garantizar “un suministro continuo” del producto, y por eso los proveedores “deben enviar periódicamente cantidad de vacunas suficiente para que ese ciclo solo se detenga cuando hayas vacunado al último”. Remarca que se debe informar, “decirle a la gente en tal fecha comienza la vacunación para tal sector y se va a hacer en tales lugares; y tu obligación como Estado es que, lo que anuncies, lo cumplas”.
-¿Esto no ha ocurrido en nuestro país?
-Información sobre cómo va el proceso de vacunación no existe. Si vemos lo primero que llegó, las 500 mil dosis de Sputnik V, comenzaron con que iban a vacunar al personal sanitario, pero inmediatamente vacunaron a personas que tienen el derecho, como personas que viven en Venezuela, de ser vacunadas, porque es una obligación del Estado vacunar a todos. Pero tienes que priorizar. La vacunación de la Asamblea Nacional, la vacunación de ciertos personeros es una cosa que en otros países ha ocasionado la destitución de funcionarios. Lamentablemente se hacen las cosas de una manera que no tiene una razón, y hasta llegamos a caer en un irrespeto a quienes están trabando en el área de salud, adultos mayores o pacientes con condiciones crónicas a quienes nadie les ha dicho cuándo van a ser vacunados.
En los hospitales centinela de Caracas “el porcentaje de vacunación del personal es bastante alto, no así en otros hospitales que no son centinela pero han tenido pacientes COVID-19: allí el personal sanitario no ha sido vacunado en gran cantidad”. En zonas de Anzoátegui están inmunizando con vacunas de China. “Para los efectos nuestros lo importante es que sean vacunas que estén debidamente certificadas y aprobadas por organismos internacionales, la OMS, la OPS y los mecanismos de control de la Unión Europea”.
Si hay “un volumen de vacunas muy poco tienes estos problemas. El personal sanitario debió estar vacunado, como ocurrió en Chile, que vacunaron en diciembre a todo el personal sanitario”. En Venezuela “debió ser vacunado en el primer mes que llegó la vacuna”.
Por todas estas razones, Lorenzo pide que “cada ciudadano se convierta en el héroe de protegerse y defenderse de la enfermedad cumpliendo con el uso adecuado del tapabocas, el distanciamiento social” y uso de gel en toda la mano. Esas medidas básicas, reitera, les han permitido a muchos sobrevivir.