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jueves, 28 marzo, 2024
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Amalio Belmonte, candidato a rector de la UCV: El Gobierno debe entender que es importante acordarse con la Universidad

José Gregorio Yépez @goyepez

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Sostiene que el país requiere “que dos instituciones del Estado (Gobierno y Universidad) se pongan de acuerdo” para resolver los problemas de la población y asegura que “hay posibilidades para ello”

Es sociólogo y magister en Ciencias Políticas. Quiere ser Rector de la Universidad Central de Venezuela (UCV) con la intención de descentralizar su funcionamiento administrativo y de gestión. Quiere darle mayor participación a las facultades, las escuelas y a los investigadores de “La casa que vence las sombras”.

Se llama Amalio Belmonte y cree que el Gobierno puede llegar a entender “que es importante acordarse con la Universidad”.

Nos recibe en la oficina desde donde despacha hace 15 años como Secretario de la UCV y nos habla de lo que propone para la universidad con su equipo “Compromiso 2023”, integrado por María Fátima Garcés (Vicerrectorado Académico), José Balbino León (Vicerrectorado Administrativo) y Vidal Sáez Sáez (Secretario).

Belmonte se asume como “impermeable al desaliento” y sostiene que “un gobierno inteligente diría: si me respaldo en la academia puedo conseguir recursos intelectuales para tratar de resolver la crisis del país”.

Fue puntual a la hora de recibirnos y comenzamos la conversación.

-Usted es sociólogo… ¿En qué se parece la Universidad Central de Venezuela a la sociedad venezolana de este momento?

-Si pudiéramos buscar una relación o semejanza con la UCV diríamos que el país es un macro cosmos con muchas islas que actúan entre ellas. La Universidad Es un mundo en movimiento que se está construyendo constantemente. Los laboratorios, profesores, estudiantes, empleados, obreros, la gente que viene de la calle construyen un mundo que siempre es muy dinámico. El país es más o menos así. Es un proceso en curso. La sociedad es un proceso en curso como la Universidad. En ambas partes hay compromiso, hay valores. A veces son los mismos valores, pero lo que pudiera diferenciarlos, y no es tampoco abrupta la relación, es que la Universidad siempre tiene un resquicio para que haya en ella civilidad, tolerancia, respeto por el otro y es en esencia es una institución hecha para el diálogo y no para el conflicto.

-Entonces en la Universidad sí hay un diálogo que no está presente en la sociedad venezolana.

-Aquí la relación es entre gente que dialoga y trata de convencerse más no destruirse. En el país pasa todo lo contrario. La diatriba desde hace algunos años ha tenido como fundamento, no el convencer al otro sino evitar que el otro opine. No solamente no discutir, sino que el otro no tiene razón, no tiene derecho a opinar y se ha transformado en una polarización extrema, que ha disminuido un poco, pero sigue existiendo la idea de la aniquilación del otro. En la Universidad hay un diálogo de conocimiento, un diálogo de saberes y es una institución profundamente humanística, porque es un proyecto cultural, un proyecto científico. Un poeta alemán decía que solo en las universidades había ocasión para un espacio flotante donde no hay que cumplir estrictamente con los deberes de la institución sino vivir la institución. Además hay un mundo que se crea fuera del aula donde la interacción es sin jerarquía, muy horizontal. Si tienes un evento en el Aula Magna nadie está por encima del otro. Cuando hacemos un evento para recorrer la institución para ir viendo los hitos, todos estamos igualados allí. Entonces podemos abrevar en ella y aprehenderla. Aquí la gente se puede encontrar sin normas, porque es una interacción natural.

-¿Y en el país?

-Allí están las instituciones cerradas sobre sí mismas. Están las concepciones políticas cerradas sí mismas. Ahora con la diatriba se ha exacerbado el espíritu de monopolizar las certezas. En la Universidad nadie tiene el monopolio de la certeza o no debe ser así. Fuera de la Universidad siempre hay una lucha por que haya un pensamiento único. En nuestros espacios hay un pensamiento que tiene que contrastarse con otros pensamientos. Es un diálogo permanente entre personas que tienen concepciones diferentes, pero que no terminan en el conflicto álgido sino que concluyen en una aceptación del otro. Se acepta al otro. Si no se le convence, se lo acepta como parte de tu entorno.

-¿Hoy cuál es el principal reto que tiene la Universidad? El país está crisis y se ve una Universidad desvencijada.

-Hay dos cosas. Una es reconstruirse y eso pasa por recuperar la comunidad interna y, le parecerá una frase poética, recuperar la esperanza. Si lo que predomina es el temor por lo incierto, por lo que viene. Si lo que predomina es una evaluación negativa por las cosas que nos pasan, eso nos conduce al temor, a la desesperanza, a la inhibición o al exilio interno. Ahora, si nos aferramos a la esperanza eso puede dar lugar para que las ideas fluyan, y esa idea, esos pensamientos se transformen en acción. La esperanza expande las perspectivas, el temor las cierra”.

Se detiene en su reflexión y señala: “Uno que aspira a dirigir esta institución tiene que verla más allá de sus carencias, más allá de sus falencias, porque si solo se presta atención a sus deficiencias dejamos de lado que aquí hay un reservorio de capacidades consolidadas, de logros alcanzados que están allí. No es una tragedia la historia de la Universidad, ni esta es la peor época. Es uno de los peores momentos, pero no el único. La Universidad a través de la esperanza, la acción y la reflexión puede pergeñar un futuro. Eso es lo que ahora nos orienta a todos los que queremos dirigir esta institución».

“La Universidad tiene futuro. Lo que hemos vivido no es un conjunto de hechos que se van acumulando. Es un conjunto de circunstancias donde hay logros importantes, hay errores, hay fracasos, pero que a la larga, hay una continuidad. La Universidad tiene continuidad, no se prolonga de manera inerte, sino que continúa de manera activa”, sentencia el actual Secretario de la UCV.

La apuesta

Más adelante continúa diciendo que su apuesta es “a que a pesar de todo lo que nos está pasando, el horizonte no es limitado. No lo decimos como una esperanza espiritual. Es una esperanza con convicción, que permita que la imaginación se despliegue y que nos consigamos todos los que pensamos que es superable lo que estamos viviendo”.

Admite que una mirada rápida en la institución “la muestra con menos población. La ve como con un aire denso, como que hubiese una soledad aquí. Está bien, puede ser cierto, pero hay investigaciones, hay estaciones experimentales que en este momento están teniendo seminarios. Hay encuentros con los candidatos, con las personas que están tratando de pensar la Universidad. Si algo han tenido estas elecciones es que nos han puesto a pensar sobre la Universidad”.

-¿Y por qué no sucedió antes?

-No es que no lo hubiésemos pensado antes, pero elecciones al fin siempre traen consigo que haya nuevas ideas, porque somos las mismas personas. Todos los candidatos, hayamos tenido o no cargos de autoridad, somos la continuidad de algo. Existimos. La Universidad no es un problema de aquellos, es un problema de nosotros. Como cada uno ha tenido con un compromiso con su instituto, con su escuela, con su laboratorio, con su facultad. Todos estamos comprometidos con lo que ha venido pasando. Aquí nadie puede decir: yo me abstraigo y solo tomo lo positivo. Hay que tomarlo todo. Hay que recomponer la comunidad interna para ganar la confianza. En la medida que la recompongamos podemos ir hacia fuera. A la Universidad le falta ampliar sus horizontes es ampliar sus horizontes. 

-¿Qué es ampliar sus horizontes?

-El conocimiento como actividad se ha vuelto cosmopolita. Hasta en el sitio más modesto del mundo, la universidad menos rankeada por decirlo así -aunque es una palabra fea- tiene producción de conocimiento. Hay que abrirse a ese mundo y la mejor manera de abrirse a ese mundo es consolidar lo académico. En este momento la Facultad de Veterinaria está haciendo unas jornadas de investigación financiada por una universidad de los Estados Unidos y por una parte del sector privado venezolano. Es una manera de manifestar que la Universidad existe más allá del muro y para eso tenemos que vincularnos con los grandes centros de la investigación y la docencia.

-¿Globalizar la Universidad?

-Exactamente. Hay experiencias. Está el caso de Veterinaria, pero la Facultad de Agronomía tuvo un seminario sobre semillas y allí estaba todo el sector privado venezolano y especialistas extranjeros.

Conversando con todos

Comenta Belmonte que junto al equipo que lo acompaña en su aspiración rectoral fue invitado a una reunión con Fedecámaras. En ese encuentro su directiva le planteó unas ideas que pudieran desarrollarse con el apoyo del sector privado.

“Nos plantearon articular el conocimiento y peso de la Universidad en un plan que ellos llaman Programa 2035. Es decir relanzar toda la industria y el comercio nacional. Es importante ver cómo el sector privado recibe de la institución conocimiento para mejorar y ser más eficiente y nosotros recibamos los recursos para que esas investigaciones se lleven a cabo”, señala.

Más adelante indica que el Gobierno podría hacer lo propio y señala que la Universidad puede brindarle servicios que hoy contrata con terceros en el exterior. «Eso se podría concertar».

“Eso sería un ingreso más allá del presupuesto de Ley y le convendría al Gobierno y a la Universidad. Todo lo que produce la Universidad puede transformarse en bienes y servicios. Estamos en capacidad de atender los requerimiento de la industria petrolera, gasífera”, sentencia Belmonte .

Agrega que eso “le permitiría al Gobierno decir que el presupuesto es limitado, pero esa serie de actividades que realiza la Universidad la contrata y se diversifican los ingresos”.

“Además el Gobierno tiene que ser el garante cuando vayamos nosotros a buscar recursos en los organismos internacionales. Se requiere la anuencia oficial para ONU, Unesco y CAF. Creo que un diálogo desde los principios y que ellos entiendan que nosotros por la vía institucional, como una institución del Estado, lo podemos hacer”, señala el candidato a Rector. 

También habla de apoyarse para relanzar la Universidad en lo que denomina “la comunidad extendida” en la agrupa a todos los egresados. Los que están dentro y fuera del país».

“Muchos están ejerciendo cargos importantes, algunos más que otros, pero esa es una comunidad que también que podría ser un elemento adicional y contar con ellos”, señala. 

¿Mucho tiempo?

-Usted ha estado en el equipo rectoral durante 15 años… ¿Por qué no se ha podido hacer antes todo lo que refiere?

-Nos tocó una etapa muy difícil. Los primeros años fueron muy demandantes. Un cerco de violencia, un cerco político, un cerco judicial. Los primeros siete años fueron de violencia extrema. Eso distrajo y hubo que optar por defender la Universidad. Defenderla contra cualquier posibilidad de intervención. No hicimos solo eso, porque la Universidad siguió sus actividades académicas y siguió funcionando. Pero objetivamente hablando las autoridades tuvimos que empeñar parte de ese tiempo en ver cómo la defendíamos y eso obviamente nos afectó, sin lugar a dudas. Eso quitó tiempo, nos quitó espacio y nos restó que la creatividad se transformara en ideas. Eso es cierto. Lo otro es, como dije al principio, que la Universidad es un proceso en curso, ese curso es zigzagueante y los problemas a veces se imponen sobre lo que es la tradición académica.

Belmonte hace una pausa, revisa en las gavetas de su reflexión y escoge las palabras para decir autocríticamente: “Cometimos un error. No le dimos suficiente protagonismo a nuestros decanos, a nuestros investigadores, a nuestras facultades, es decir a todos los que hacen vida dentro de la Universidad”.

“Usted es periodista y sabe que cuando hay un conflicto, obviamente, las autoridades son las que están al frente y deben dar la cara, pero pudimos hacerlo de forma tal que al hablar de pobreza en Venezuela, de los problemas de vivienda, por ejemplo, estaban nuestros investigadores en esos temas. Lo otro que pudimos haber hecho es un diagnóstico de la institución como proyecto. Si la Universidad es un proyecto humanista, científico y artístico, debimos hacer un diagnóstico de lo que nos estaba pasando. ¿Cómo se afecta a la noción de universidad y qué medida tomar? Eso está pendiente Y se hace urgente porque el COVID y la crisis presupuestaria, unidos perfectamente, nos han llevado a una nueva normalidad. Para responder sin digresión: Se cometieron en el marco de una situación bastante difícil”, admite Belmonte.

Centralismo

Al consultarle por la estructura de la UCV señala que es una universidad “muy centralizada».

“Uno se percata de ello cuando ya está en los cargos. Hay una hipertrofia que tiene que ver con el equipo y no es buena. Hay que darle mayores atribuciones a la facultades y mayores atribuciones compartidas entre las cuatro autoridades”, reflexiona el candidato.

¿A qué se refiere específicamente?

-Yo creo que los rectores, y no es culpa de ellos, tienen un poder exagerado para dirigir la Universidad. Eso depende también de cada rector, pero obviamente que lo tienen.

-¿En su propuesta de Gobierno está esa desconcentración?

-Sí. Planteamos una desconcentración administrativa y de gestión. No puede ser que la Dirección de Planificación y Presupuesto, encargada de planificar y presupuestar esté en el Rectorado. Debe estar en el Vicerrectorado Administrativo. Hay que desconcentrar desde el punto de vista administrativo a la Universidad y también desde el punto de vista de las decisiones. Yo creo que no puede ser sobrepasado el poder que tiene la Facultad. Indudablemente que tiene que haber una coherencia, tiene que haber unas líneas de acción que le den pertinencia a la institución como un todo, eso es verdad. Pero aquí tiene que haber más poder compartido, porque yo creo que el poder no puede estar inclinándose hacia un solo lado. Eso creo que es fácil hacerlo porque es una decisión de quién es autoridad. Yo sé que en el fondo de cada ser humano quisiera controlarlo todo, pero no debe ser. No es eficiente ni es bueno.

-Usted ha pasado 15 años aquí, lo sabe.

-Conozco al monstruo desde las entrañas

-Insisto, tiene 15 años aquí y el país sufre de continuismo. Nuestros liderazgos no se renuevan. Qué le dice usted a quienes le critican que pasó todos estos años y no pudo transformar la Universidad. ¿No es tiempo de hacerse un lado?

-Así como la rectora Cecilia García Arocha no fue una prolongación de ella como Secretaria, ni el profesor Antonio París fue una prolongación de él como decano, ni el doctor Gianetto fue una prolongación de él como vicerrector académico, salvo en pocas excepciones los que han ocupado cargos de dirección han ocupado el Rectorado, y todos mis compañeros que compiten ahora han tenido, de una u otra manera, cargos que tiene que ver con la institución, porque por la institución es un conjunto de actores que están en el escenario. Soy como muy visible, pero no soy el continuismo. Para que hubiese como una ruptura pura habría que traer un candidato de otra parte de otra universidad, porque todos en general, yo conozco a cada uno ellos, han ocupado cargos y ocupan cargos que le dan sentido a la continuidad de la institución.

Belmonte se acomoda en la silla y sentencia que “todos los cargos son distintos. Ser Rector es distinto a ser Vicerrector o Secretario”.

-Usted conoce todas las limitaciones. Usted conoce todo el cerco que ha vivido la Universidad…

-Que no ha cesado, que está allí.

-Justamente por todo eso… ¿Por qué quiere ser Rector en una situación como esta? ¿Usted se volvió loco, o sabe algo que los demás no sabemos?

-Mi hija me pregunta algo parecido: “Hay algún estímulo que yo no conozca.Lo que yo conozco son desestímulos”, dice. Pero respondiendo la pregunta que me hace… es que yo tengo la esperanza, y no la esperanza en el sentido metafórico y espiritual, tengo la esperanza de que es posible conseguir aquí logros importantes. Acumulación de conocimientos, un pasado consistente sobre el cual es posible construir en un horizonte no limitado, el futuro de la Universidad. Confío en la experiencia que tengo al estar aquí. Y no porque ya estoy y puedo seguir aspirando, aunque sin a dudas eso también influye. Lo hago porque hay factores que nos permiten pensar que por la experiencia, por lo vivido vale la pena y podemos aportar.

En este momento cita ejemplo de profesores que se han mantenido en sus puestos de trabajo a pesar de los malos sueldos y de las agresiones vividas.

Citó el ejemplo de la profesora Thais Hernández en Maracay en la Facultad de Veterinaria “en su instituto de reproducción animal en el cual tiene 12 años regentándolo y me dice: yo de aquí no me voy porque hemos construido toda una herencia científica para que sigamos continuando».

“Los doctores Noya tienen muchos años dirigiendo el Instituto de Medicina Tropical y les han invadido, los han desvalijado y siguen allí. Ante esos ejemplos yo sostengo que soy impermeable al desaliento. Amalio Belmonte se declara una persona impermeable desaliento porque tiene confianza en que no es por azar que esta Universidad ha cumplido 300 años. No es por azar que esta Universidad siga investigando, No es por azar que haya todavía profesores que confían en la institución, que tienen una identificación con ella y que, a pesar de los malos sueldos, a pesar de todas las circunstancias que nos rodean en el país, estamos aquí. Esa gente me estimula también para yo aspirar a cargos como este, igual que ellos aspiran a seguir trabajando por la Universidad”, señala el sociólogo magister en Ciencias Políticas.

Aclara que definitivamente lo que hace “no es por negocio, porque no lo es. Es convicción. La mayor parte de mi vida ha transcurrido aquí. Yo tengo más de 40 años vinculado con la institución y eso me da el impulso, para apostar para asumirme como candidato a Rector”.

-En qué términos tiene que relacionarse la universidad con ese Gobierno que la ha cercado, la ha asfixiado. Usted hablaba de que el Ejecutivo podría servirse de la Universidad, pero tampoco hay voluntad política para ello, porque es parte de ese cerco. ¿Cómo cambiar eso? Usted ha estado aquí, usted que ha vivido y lo ha padecido. ¿Por qué ahora sí y antes no?

-Yo he padecido muchas cosas, pero también he vivido otras. Cuando piensas en el reglamento que rige estas elecciones es un buen elemento. El reglamento no hubiese sido posible sino se llegaba a un acuerdo con el Consejo Nacional de Universidades. Estas elecciones deberían estar sometidas a una sentencia de la Sala Constitucional y ratificada por la Sala Electoral que nos obligó a llamar a elecciones de determinada forma. Nosotros no habíamos convocado a elecciones porque pensamos que no se corresponde con los que es una academia y se lo planteamos al Gobierno porque había que buscar una salida. Han muerto autoridades, en esta y otras universidades en todo este tiempo. Conseguimos receptividad.

-Se destrancó el juego.

-Sin duda. Sino estaríamos hablando en este momento de cualquier otra cosa. En el Gobierno hay gente sensata, a pesar de todo. No diríamos que el Ejecutivo tiene una política de acercamiento a las universidades, de oírlas y tal, pero sí hay sectores dentro del Gobierno que son capaces de entender la dimensión académica de esta institución.

Belmonte mastica cada una de las palabras de esta afirmación: “Un gobierno inteligente diría; si me respaldo en la academia puedo conseguir recursos intelectuales para tratar de resolver la crisis del país”.

“Esta institución, junto a las otras universidades pueden proveer de suficiente información intelectual y de investigaciones para solventar parte de los problemas”, afirma Belmonte.

Sostiene que es posible y necesario hablar “para que el gobierno entienda que es importante acordarse con la Universidad”.

No van a cesar los conflictos, no van a cesar las diferencias. El Gobierno es unidimensional porque representa una ideología, la universidad es universal, representa varias concepciones, representa el libre albedrío. Hay que buscar puntos de encuentro donde no haya negación de principios y donde haya la capacidad racional para entenderse. El país requiere que dos instituciones del Estado se pongan de acuerdo y hay posibilidades para ello”, señala el candidato a Rector.

Belmonte afina la puntería de su argumento y afirma “de una manera más coloquial: Conviene al Gobierno, por el país, no por intereses de carácter subalternos, entenderse -no solamente con la Universidad Central de Venezuela- sino con todas las universidades. Parte de los problemas que tiene el Gobierno son por malos diagnósticos, malas políticas y errores por el mal asesoramiento. En vez de mirar hacia Cuba o Bielorrusia debe observar que tiene una masa que pueden ayudarlo a enfrentar los problemas que van beneficiar, no a ellos, al país. No a la Universidad, al país. Que exista la racionalidad suficiente, se pongan de acuerdo que dos instituciones Estado para atenuar todas las falencias socioeconómicas que estamos viviendo”

“Podemos ir a buscar un punto de encuentro; que cada quien abandone su posición donde está abroquelado y buscar un punto de encuentro en función del país. Eso es lo inteligente y hay suficiente comprensión interna en la universidad y racionalidad para entender que así podemos contribuir indirectamente con PDVSA, con el Instituto de Vivienda, con muchas actividades oficiales para seguir prestando su apoyo con sus profesionales. ¿Por qué no hacer acuerdos concretos donde no haya necesidad de intervenir o de colocar la variable política partidista, sino la institucional? Eso es factible. Eso lo está haciendo Lula en Brasil, eso lo hacen los mexicanos, eso lo hacen los colombianos”, sostiene Belmonte.

-¿Es usted cómodo para el Gobierno? ¿Al Gobierno le gustaría entenderse con usted que ya ha lidiado con él durante 15 años?

-(Risas) Por lo menos soy un viejo conocido. He tenido que estar con todos los ministros que han pasado por allí hasta Sandra Oblitas que es la última, que por cierto fue alumna mía y la conozco. También con el profesor Luis Acuña, el primer Ministro de Educación mientras estábamos nosotros en el cargo. Hemos tenido que trabajar con todos. Ellos solo tuvimos una dificultad de carácter con uno de ellos, porque en general tenemos diferencias. Yo salvo mi voto en casi todos los Consejos Nacionales de Universidades. Lo salvo con lenguaje respetuoso. Lo salvo porque ellos tienen mayoría allí. Cuestionamos lo que haya que cuestionar, pero eso no quiere decir que esa buena relación tiene que ser afectada por cosas de carácter personal. No sé si les soy cómodo e incómodo, pero en todo caso soy una persona con capacidad para llegar a acuerdos. En este reglamento, y les quiero decir que fue muy duro y difícil, al fin al cabo se impuso la racionalidad. Cero que he dado muestras de que soy capaz de entenderme con los otros compañeros para recuperar la comunidad académica y soy capaz de entenderme y reconocer a los gremios internos de la Universidad y también, por supuesto, de llegar a acuerdos sanos sin sacrificar los principios con el Ejecutivo Nacional.

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