«Si hubiese una presencia real, significativa de militares rusos en Venezuela, permitidos por el gobierno de Maduro, la situación se complicaría con Colombia y con Estados Unidos. Pero eso es algo que no creo que pueda pasar y que no sea tan visible en este momento», subraya la analista internacional
No son lugares comunes ni estereotipos los que utiliza la internacionalista Adriana Boersner para evaluar el conflicto en Ucrania y las consecuencias que puede tener en Venezuela.
Boersner señala que aun cuando «los titulares apuntan a que pueda haber una guerra entre Rusia y Ucrania, y por supuesto, con países europeos y Estados Unidos», la realidad «es que estamos en un momento en que hay una alta tensión entre las partes, pero es posible que esa tensión pueda aminorarse en las próximas semanas si los canales diplomáticos y los canales de negociación siguen abiertos como han seguido hasta el momento».
En un artículo publicado en la revista Democratización, del instituto Forma, Boersner analiza algunos elementos de la política internacional. De allí nació esta entrevista por zoom con la profesora de la Universidad de Carolina del Sur.
Claro que la de Ucrania es una crisis, y es una crisis que impide que Estados Unidos ponga el foco en China y en sus problemas internos como la economía y la pandemia, porque esta potencia está ahora dedicada a atender «las demandas de Vladimir Putin y la posibilidad de que Vladimir Putin, una vez más, pueda invadir Ucrania». Pero «la crisis es más de una tensión entre las partes» y «la posibilidad de una guerra está en veremos dependiendo de cómo los canales de negociación, los canales diplomáticos y de discusión se siguen manteniendo abiertos y siguen en cordialidad en todas las partes».
-¿Cuál es el rol de Venezuela en ese conflicto?
-El rol de Venezuela en la crisis actual es mínimo.
-Nos creemos el ombligo del mundo.
-No sé si nos creemos el ombligo del mundo pero hay que entender cuál es nuestra posición dentro de la tensión que se está viviendo en Europa con Rusia, la posibilidad de la invasión de Ucrania y el papel que está jugando Estados Unidos. Si bien es cierto que Rusia progresivamente ha ido incrementando su presencia en América Latina, también esa presencia actualmente está estable. No se ha incrementado, no se ha disminuido. Se ha mantenido igual. Lo otro es que, a pesar de las armas que se vendieron a Venezuela, sobre todo bajo el gobierno de Hugo Chávez, no tanto con Nicolás Maduro; el recibimiento de buques de guerra en 2008, y después se habló en 2018 de que el gobierno ruso había confirmado la intención de establecer una base militar en la isla de La Orchila, hay que entender que, a pesar de esta realidad, la posibilidad de que Venezuela juegue un papel en el conflicto y que Rusia logre tener una presencia en Venezuela durante el conflicto ucraniano son muy bajas.
Boersner recuerda que, cuando ocurrió el conflicto entre Rusia y Georgia, «Rusia movilizó buques a Venezuela»; en 2013 «también hizo lo mismo, cuando Estados Unidos y la Unión Europea estaban presionando políticamente y financieramente a Rusia por el apoyo ruso a los grupos separatistas en Ucrania, que finalmente terminaron en la invasión de Ucrania y Rusia tomando el territorio de Crimea y Sebastopol». Pero insiste en que, incluso en esos momentos en que «Rusia decidió tener una presencia militar en Venezuela y en el Caribe no hubo la posibilidad de que el país se viera envuelto en una guerra, y dificulto que esta situación vaya a ser distinta».
-¿La posición de Venezuela coloca al continente en una situación comprometida? ¿estamos trayendo un conflicto?
-Para mí, no. Si esa fuera la noción, ¿por qué no ocurrió, por ejemplo, una guerra en 2008, cuando Rusia movilizó buques a Venezuela? ¿O en 2013? O, incluso, en 2018, cuando el mismo gobierno ruso afirmó que había la posibilidad de establecer bases militares en la isla de La Orchila. No conozco los pormenores de esa cooperación, es difícil conocer si existe tal cooperación, si se ha llevado a cabo la construcción de una base militar, o no. Malo sería especular. Lo que sí es cierto es que no creo que, por la posición que tiene Venezuela y la relación que ha tenido con Rusia eso vaya a traer guerra al continente.
-¿Puede ser EEUU a Venezuela como un bastión ruso y una amenaza a sus intereses?
-Eso desde hace tiempo se ha visto así.
-¿En el presente qué consecuencias tendría?
-Quiero volver atrás con la relación Venezuela-Rusia y cómo lo ha visto Estados Unidos. Al principios de 2000, cuando Vladimir Putin y Hugo Chávez de alguna manera reactivaron la relación entre Rusia y Venezuela -recordemos que desde la década del 40 Venezuela y Rusia tenían relaciones diplomáticas que tuvieron momentos álgidos e incluso llegaron a romperse- para Estados Unidos fue un problema, porque ya se estaba viendo, con esta ola de gobiernos de la izquierda, un problema para sus intereses. Y Venezuela, por supuesto, fue uno. A medida que fueron avanzando los acuerdos, que los objetivos de Rusia en Venezuela -al principio, al menos- eran establecer relaciones económicas beneficiosas para las compañías estatales y privadas rusas, sobre todo en el sector energético y en el sector armamentista y establecer su presencia en Venezuela y en otros países de Latinoamérica, era para contrarrestar la influencia de Estados Unidos en América Latina.
Mucha gente pensó que, después de los ataques terroristas de 2001, a Estados Unidos no le importaba América Latina porque solo se enfocaría en el Medio Oriente, y no fue así, razona. «Latinoamérica sigue siendo una región importante para Estados Unidos. Es una región de influencia importante para Estados. Si bien es cierto que Medio Oriente se convirtió en algo importante para Estados Unidos, vemos que estrechó mucha cooperación con Colombia para tratar de contrarrestar las actividades guerrilleras en Colombia, empezó a generar más ayuda militar a Colombia, cosa que molestó a Venezuela; y al mismo tiempo, por el otro lado, Venezuela buscó más alianzas con Rusia».
Hoy día Estados Unidos sigue viendo a Venezuela como un punto problemático en la región, señala.
Aunque Venezuela no está directamente involucrada en la crisis de Ucrania «todo dependerá de lo que haga el gobierno en este conflicto».
-Venezuela es un país pro Rusia y Colombia es un país pro OTAN. ¿Eso nos coloca en una situación comprometida?
-Sería comprometida si en algún momento Rusia tiene una mayor presencia en Venezuela. Hablo de una presencia militar. Cuando he rastreado noticias sobre la venta de armas de Rusia a Venezuela se tiende a pensar que todavía el gobierno venezolano está comprando armas rusas, y eso no es cierto. El gobierno venezolano no tiene capacidad para seguir comprando al mismo ritmo el número de armas que podía comprar en los años de Hugo Chávez. Lo que sí está haciendo el gobierno venezolano es mantener las armas que ya compró, mantener todo el equipo militar que ya Rusia le dio a Venezuela. Venezuela está en una posición en la que ni siquiera puede pagar las deudas. Por eso es que Rusia no ha vendido más armas y por eso es que Rusia no se ha atrevido a darle más créditos a Venezuela. La relación entre Rusia y Venezuela es importante porque, obviamente, para Rusia tener la posición geográfica que tiene Venezuela, tan cercana a Estados Unidos, la hace magnífica para los objetivos que tiene planteados Vladimir Putin en su política exterior. Si hubiese una presencia real, significativa de militares rusos en Venezuela, permitidos por el gobierno de Maduro, la situación se complicaría con Colombia y con Estados Unidos. Pero eso es algo que no creo que pueda pasar y que no sea tan visible en este momento.
-¿Se ha satanizado la presencia de Rusia en el continente?
-Es la primera vez que me preguntan esto, y yo creo que sí. Creo que sí. El por qué se sataniza de alguna manera la presencia de Rusia en las Américas es, precisamente, por la historia que viene de la Guerra Fría. Era la división entre la democracia y la no democracia, entre el capitalismo y el comunismo. Y a pesar de que todo eso acabó, se sigue viendo a Rusia hoy día como el gran enemigo de Estados Unidos. Si comparo la presencia de Rusia con China, a mí me preocupa mucho más la presencia de China que la de Rusia en América Latina.
-¿Por qué?
-Porque la estrategia que ha utilizado China en su política exterior siempre ha sido del soft power: utilizas la diplomacia, utilizas el comercio, utilizas las relaciones. No utilizas la guerra como una estrategia dentro de una política exterior. Pero poco a poco China se ha ido adentrando, hasta el punto de que todas las economías latinoamericanas dependen de China. China ha logrado, con el tiempo, que muchos países que antes apoyaban y reconocían a Taiwán ahora no sea así. Le ha tomado años, pero lo ha logrado. Esa presencia china en Latinoamérica, para mí, requiere de una evaluación mucho más profunda, y hay muchos analistas que están analizando esa situación. Para mí la presencia de China, a pesar de no ser grandes titulares, es mucho más preocupante que la presencia de Rusia.
-Entonces se ha satanizado. Un poquito.
-Un poco. Además hay que entender que para Rusia lo prioritario son los territorios aledaños a Rusia. Rusia está tratando de asegurar sobrevivencia, autonomía y que todavía tenga un eje de influencia dentro de lo que antes fueron territorios soviéticos.
-Una coraza.
-Claro. Si pierde eso sí sería un problema para Rusia. Venezuela no está dentro de esa esfera de influencia relevante y primordial para Rusia. Eso también hay que entenderlo. El conflicto no es algo simplemente de capacidades militares, sino también tiene que ver con estrategias, con geografía y con historia.
-¿Se ha magnificado el uso que Rusia podría darle a Venezuela en el conflicto?
-Creo que ha sido completamente magnificado y sin fundamento.
Para Boersner no hay instancias en América Latina que sean creíbles por todos los países. Recuerda que en los primeros años del siglo XXI comenzó la creación de organizaciones regionales; algunas, impulsadas por gobiernos de izquierda, y otras, por gobiernos de derecha. Dependiendo de la organización la posición es muy distinta, apunta. «En líneas generales la Organización de Estados Americanos a escala regional puede estar sufriendo muchas críticas» pero «todavía a escala internacional es la organización que tiene una voz que respetan, y que respetan cualquier llamado a paz que haga con respecto a una posible guerra en Ucrania».
¿Qué puede frenar a Putin? «Que él consiga por escrito las demandas que ha solicitado; entre ellas, que la OTAN y Estados Unidos digan por escrito que no van a extenderle la invitación a Ucrania para ser parte de la OTAN. Esa es una de las exigencias que ha hecho Vladimir Putin desde hace meses y sería lo que realmente frenaría a Putin de una invasión. Veo realmente difícil que eso se vaya a lograr, pero hay que entender que cualquier guerra tiene costos: costos políticos, costos económicos». Pero, agrega, «los canales están abiertos, la diplomacia está abierta», líderes del mundo están trabajando para evitar un conflicto. «Mientras esos canales diplomáticos se mantengan abiertos, y exista la posibilidad de que ambas partes puedan ceder en lo que están buscando, el conflicto puede frenarse. La cuestión es ver si ambas partes quieren estar en condición de poder negociar».