La Organización de Naciones Unidas alertó sobre el riesgo de otra pandemia motivada ahora por la crisis alimentaria en el mundo. David Beasley, Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, pronosticó que “la pandemia amenaza con desencadenar hambrunas de proporciones bíblicas”.
El alto funcionario de la ONU, quien por fortuna acaba de recuperarse precisamente del contagio de la COVID-19, señala que el organismo multilateral batalla para asistir a más de cien millones de personas en el mundo a lo que habrá que sumarle la gente que víctima del nuevo coronavirus también requerirá de ayuda lo cual es una catástrofe humanitaria.
Por hambre y desnutrición mueren al día en el mundo unas treinta mil personas, particularmente niños y ancianos. Esa cifra podría incrementase dramáticamente por las implicaciones económicas y sociales que la pandemia está teniendo.
Cientos de miles de empresas y negocios debieron cerrar sus puertas y muchas de ellas no podrán reabrir, al menos en el corto plazo. Millones de personas han perdido sus puestos de trabajos y no logran asegurar el sustento diario en virtud que no pueden laborar debido a las restricciones impuestas sobre las actividades de diversa índole.
Aunque hay gobiernos han desarrollado planes de contingencia centrados en subsidios y bonificaciones y programas de asistencia alimentaria, debido a la magnitud de la emergencia los recursos son finitos y no podrán mantenerse para todo el mundo por mucho tiempo. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional concuerdan en que la recesión retrotrae a la humanidad época de La Gran Depresión de hace casi cien años. El impacto de la crisis provoca estragos en la economía doméstica.
En Venezuela numerosas familias reciben bolsas o cajas de alimentos y también asignaciones monetarias pero la ayuda resulta insuficiente. Desde el inicio de la cuarentena los precios de los productos de la cesta básica han venido creciendo vertiginosamente.
En lo que va del mes en curso la tasa de cambio oficial establecida por el Banco Central de Venezuela registró una variación de más del 100% y la divisa norteamericana, por ejemplo, pasó de Bs 80.945,72 por dólar a Bs 171.575,51 por dólar.
Desde Miraflores alegan que todo es producto de las sanciones, la guerra económica y la especulación pero los sectores empresariales y comerciales sostienen que los aumentos responden con la dinámica inflacionaria estimulada por el desenfrenado gasto fiscal.
Lo cierto es que a los reclamos, protestas y manifestaciones por los cortes eléctricos, la escasez de agua, o la falta de gas y, más recientemente por el racionamiento de combustible, se añade ahora la angustia colectiva debido a la imposibilidad de adquirir los alimentos motivado por los inaccesibles precios y, de manera preocupante han comenzado a suscitarse actos vandálicos, disturbios y saqueos a establecimientos comerciales.
Lamentablemente la catástrofe humanitaria a la que se refiere el jefe del Programa Mundial de Alimentos está tocando a la puerta.
¡Amanecerá y veremos!
@adigiampaolo