Desde las redacciones en las que estuvo fue una maestra del periodismo y su aguerrido amor por el oficio solo era comparable con el buen humor que nos enseñó a quienes logramos compartir con ella
Siempre elegante. Con su porte altivo de mujer que sabía lo que hacia llegaba pisando firme a la redacción de El Mundo, vespertino en el que la conocí. Allí llegó de la mano de Kico Bautista, cuando ejerció la dirección de ese medio.
Mariahé, a secas la llamábamos en la redacción a la que llegaba a conversar y discutir sobre las asignaciones que tenía.
Fue capaz de entrevistar a Robert Kennedy, cuando estuvo estuvo en Caracas y tenía una pluma brillante cuando le toco escribir sobre moda. Logró hacer que el canutillo y las lentejuelas fueran interesantes, venciendo la frivolidad que los rodea.
Fue capaz de analizar la influencia de la cultura petrolera en la forma de vida de los venezolanos y como condicionó sus hábitos sociales, y hasta la forma de vestir.
Abrió espacios para las mujeres en el mundo del periodismo, que en sus inicios era un territorio de hombres.
Dijo adiós en Miami, donde vivía con su familia y es una víctima de la pandemia mundial.
Ella no podía irse de otra forma. Debía partir con la noticia del día y en tiempo de coronavirus la COVID-19 nos la arrebató de este plano.
Mariahé Pabón, queda inscrita en las páginas del periodismo como la mujer aguerrida, defensora del oficio que nos entregó siempre una sonrisa. Así la recordaremos.